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Clima y alimentos 

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Hierbas no deseadas, enfermedades y plagas

El clima no sólo afecta a los cultivos sino también a sus plagas. La distribución espacial y temporal de los insectos, las hierbas no deseadas que invaden los cultivos y los patógenos está determinada en gran medida por el clima, porque la temperatura, la luz y el agua son grandes motores de su crecimiento y desarrollo.

 

 

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El clima también afecta a los plaguicidas utilizados para controlar o prevenir los ataques de las plagas (i.e. la intensidad y el momento de la lluvia influyen en la persistencia del plaguicida y su eficiencia; y la temperatura y la luz afectan a la persistencia del plaguicida durante la alteración química). La mayor parte de los análisis coinciden en señalar que en un clima cambiante, las plagas podrían ser aún más activas que en la actualidad, y ampliarían su alcance geográfico. Esto implicaría una mayor utilización de productos agroquímicos y mayores costes sanitarios, ecológicos y económicos.

 

 

1. Una mariquita asiática busca su presa en un peral en floración.
Michigan State university
www.ipm.msu.edu/asianladybeetle.htm
 

 

 

Respuesta a las variables climáticas

Es difícil llegar a grandes conclusiones sobre la relación que existe entre las plagas y la meteorología debido a la enorme variación de respuestas de las distintas especies. No obstante, la mayoría de las especies de plagas se ven favorecidas por las condiciones templadas y húmedas. Sin embargo, los daños causados en los cultivos por las plagas son consecuencia de la compleja dinámica ecológica que existe entre dos o más organismos o más y por lo tanto son muy difíciles de predecir; un cultivo debilitado durante una sequía tendrá más probabilidad de infectarse que cuando no está sometido a estrés.

Un ejemplo de esta complejidad lo encontramos en la mariquita de Asia, que se ha adaptado a climas y hábitats en países muy distintos. Por un lado, es un depredador de plagas de insectos muy beneficioso, sobre todo de áfidos, pero también puede crear problemas cuando un gran número de esta especie se alimenta de frutales durante la fase tardía de la temporada. Como las mariquitas son una defensa natural muy importante contra áfidos y otras plagas, es importante identificar correctamente a la mariquita asiática y utilizar plaguicidas u otras estrategias de gestión con precaución.

La precipitación – óptima, excesiva o insuficiente – es probablemente la variable más importante que afecta a las interacciones cultivo-plaga. Los efectos tanto directos como indirectos, de la humedad sobre los cultivos, hacen que éstos sean más vulnerables a los daños causados por las plagas, sobre todo en las fases iniciales de desarrollo de la planta. Los ataques de plagas a menudo coinciden con cambios en las condiciones climáticas, como lluvias tempranas o tardías, sequía o aumentos de humedad, que en sí pueden reducir los rendimientos. En estas circunstancias, puede llegar a ser difícil atribuir pérdidas específicas a las plagas. El cuadro 1 muestra las condiciones meteorológicas clave que ejercen una influencia crítica sobre las epidemias de plagas y ejemplos de los daños provocados en el cultivo.

 

Insectos

Los insectos prosperan en todos los climas. Sus hábitats y sus estrategias de supervivencia dependen mucho de los modelos meteorológicos locales, y son particularmente sensibles a la temperatura ya que son de sangre fría. Los insectos responden al incremento de las temperaturas desarrollándose a mayor velocidad. La mortalidad de los insectos se reduce en los inviernos más templados y por lo tanto las poblaciones crecen en las siguientes épocas de crecimiento. La sequía cambia la fisiología de las especies de las cuales se alimentan (plantas húesped), y pueden reducir las poblaciones de insectos beneficiosos (como depredadores o parasitoides), arañas y pájaros, que ejercen una influencia sobre el impacto de los ataques de plagas. Las condiciones anormalmente frías y húmedas también pueden favorecer los ataques de insectos y patógenos, aunque un exceso de humedad en el suelo puede ahogar a los insectos que viven en el suelo.

2. Un áfido típico del cereal que afecta a la vegetación al alimentarse de ella, disminuyendo así sus defensas contra otras enfermedades o incluso contra situaciones meteorológicas adversas (ampliado a 20 veces su tamaño real)

Hierbas no deseadas

Estas hierbas invaden los cultivos y compiten con ellos para obtener nutrientes en el suelo, luz y espacio. Las condiciones de sequía aumentan esta competencia por el agua del suelo, mientras que las condiciones húmedas aumentan la proliferación de  hierbas invasoras. Se ha demostrado que los regímenes de temperatura más cálidos pueden aumentar la biomasa máxima de las gramíneas silvestres. Un aumento de la temperatura y de la humedad provoca la propagación de enfermedades, ya que la vegetación potencia la germinación de esporas y la proliferación de hongos y bacterias, e influye en el ciclo vital de los nematodos del suelo. Algunos patógenos (p.ej. el oídio) prosperan en condiciones más templadas y secas cuando se forma el rocío por la noche.

La mayoría de las especies clasificadas como hierbas no desseadas (comunmente conocidas como "malas hierbas")son plantas que también pueden incluirse en el grupo de especies pioneras, denominadas así por su capacidad de adaptarse a una amplia variedad de condiciones ambientales, convirtiéndose en las primeras en colonizar nuevos espacios. Por eso se vuelven muy peligrosas, ya que pueden sobrevivir en condiciones más duras que muchas especies comerciales.

 

 

Cuadro 1: Efectos de episodios meteorológicos sobre el daño causado por plagas y ejemplos clave

1. Inundaciones y lluvias copiosas

1.1. Una mayor humedad favorece las epidemias y la prevalencia de patógenos.

Ejemplos: (a) La enfermedad del tizón del arroz provocó una gran hambruna en Bengala (1942), que causó la muerte de 2 millones de personas.

(b) Un brote de la roya del trigo en las principales regiones productoras de China contribuyó a la hambruna de los años 60.

1.2. El transporte de partículas de suelo suspendido en el agua aumenta la propagación de patógenos a zonas no infectadas.

Ejemplo: Focos del síndrome de la muerte súbita en cultivos de soja en el centro septentrional de los EE.UU. (1993).

1.3. Un exceso de agua durante mucho tiempo en el suelo causa a largo plazo problemas de podredumbre en los cultivos a largo plazo y se incrementa el daño causado por los patógenos.

2. Sequía

El estrés hídrico reduce el vigor de la planta y altera la relación de los nutrientes (carbono/nitrógeno), que disminuye la resistencia de la planta contra nematodos e insectos. Los ataques por patógenos fúngicos a los tallos y las raíces son más severos cuando la planta está débil. Las condiciones secas y templadas potencian el crecimiento de las poblaciones de insectos, aumentando las epidemias víricas.

Ejemplo: Plaga de langostas en verano correlacionada con la sequía en México (1999).

3. Corrientes de aire

Las corrientes de aire proporcionan transporte a gran escala para los patógenos (p.ej. esporas de hongos) o para los insectos desde la zona donde pasan el invierno a las zonas donde infligen el daño.

El añublo del maíz se propagó desde Mississippi al Oeste Medio (MidWest) transportado por las corrientes de una tormenta tropical en el Golfo de México durante 1970.

4. Inviernos templados

Incremento de poblaciones invernantes de todas las plagas y insectos que actúan como vectores.

Ejemplo: Incremento de la población y número de generaciones del escarabajo de la judía de México y el escarabajo de la hoja de la judía en los EE.UU.

 

 

3. Plaga de langostas
Foto del Heraldo de Aragón

Expansión reciente de hierbas no deseadas, enfermedades y plagas

Desde los años 40 se ha observado un aumento global de las pérdidas provocadas por plagas en todas las regiones y cultivos. En el mismo periodo, se observó un importante incremento de la cantidad de plaguicidas utilizados, así como de su toxicidad. Las plagas causan ahora más daños debido a los cambios en los sistemas de producción, a la mayor resistencia de algunas plagas a los plaguicidas, y a la producción de cultivos en regiones más templadas y más húmedas donde los cultivos son más susceptibles a estos ataques.

El alcance de muchos insectos, hierbas no deseadas y patógenos importantes se ha ampliado y se ha expandido hacia el Norte. Las recientes tendencias climáticas y los episodios meteorológicos extremos pueden contribuir directa e indirectamente al incremento del daño provocado por las plagas. Todavía se desconoce si el cambio en el clima global ha contribuido a estos fenómenos.

Incluso sin el cambio climático, el control de las plagas se enfrenta a unos desafíos muy serios en las próximas decadas. Uno de los más destacados es la cada vez mayor dependencia de tratamientos químicos así como los crecientes costes debido a las políticas de protección del medio ambiente y de salud pública. Las mejoras en los pronósticos meteorológicos pueden ayudar a los agricultores a prepararse ante las condiciones estacionales e interanuales cambiantes, y a optimizar el manejo de los plaguicidas, minimizando al mismo tiempo los daños al medio ambiente.

 

Autor: Marta Moneo -Universidad politécnica de Madrid - España
1. Revisión científica: Ana Iglesias - Universidad politécnica de Madrid - España
2. Revisión científica: Mónica García - Universidad politécnica de Madrid - España
Revisión educativa: Emilio Sternfeld - Colegio Virgen de Mirasierra - España
Última modificación: 26/01/04

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last updated 10.03.2004 15:42:13 | © ESPERE-ENC 2003 - 2013